Un ultra no tiene nombre, solo los buenos amigos lo conocen. Un ultra no tiene rostro, la mayoría de las veces una capucha le cubre la cabeza, una bufanda le cubre la boca. Un ultra no se viste como los demás y no sigue las tendencias ni le gusta lo último. Cuando camina por las calles, es reconocible aunque no porte logotipos. Ayuda cuando es necesario, y sabe defenderse, no deja de ser ultra tan pronto como se quita la bufanda y regresa a casa, un ultra lucha los 7 días de la semana. Un ultra experimentado lidera con el ejemplo, la juventud tiene respeto por el ultra más viejo. Los jóvenes ultras están orgullosos de estar junto a alguien más experimentado, aprende de los de los ultras más viejos, y se pone rojos cuando se les da un apretón de manos. Cuando las personas normales miran a un ultra no lo entienden, pero él no quiere ser entendido o explicar de qué se trata. Cada ultra es diferente: hay quienes usan logotipos o colores de club y quienes nunca han tenido esas cosas en sus vidas. Hay quienes viajan solo con su grupo y aquellos que son individuos y son su propio grupo.
Todas las cosas que nos unen, al mismo tiempo, nos alejan del resto del mundo: de padres preocupados, de primos estupefactos, de compañeros o compañeros de escuela asustados y de maestros o jefes no tolerantes. | Los ultras no son vandalismo o violencia sin razón, es una defensa persistente de una forma de vida, que ahora ha caído en crisis por problemas sociales, televisiones y estúpidas discotecas que atraen a más y más jóvenes. Ser un ultra es todo esto y mucho más, emociones y pasión que no puedes explicar con palabras a las personas que no quieren entender, que prefieren simplemente volver la cabeza y seguir viviendo detrás del vidrio, personas que nunca tendrían bolas para romper ese pedazo de vidrio y entrar en nuestro mundo!.. | . |